jueves, 26 de abril de 2012

Ya estamos grandecitos. Lecturas conmovedoras

Once Minutos de Paulo Coelho. Lectura amena y muy romántica


Nunca he leído al señor Coelho, lo relaciono con la literatura de superación personal y esa nada más no me gusta; ni tantito. Después de este fragmento, me he quitado el prejuicio y buscaré este libro en especial para leerlo completo.
Como ya quedó establecido, me conmuevo y lloro y río con los protagonistas, me emociono con las historias de amor e imagino que consuelo a los rotos de corazón.
Aunque fue una lectura accidentada por los ruidos en el salón de la gente que entraba y se acomodaba (defectos de ser la primer lectura y que no esté la maestra presente) creo que la compañera leyó bien, con todo y que fue más tiempo de lo acostumbrado; yo hubiera podido seguir escuchando.
Esta historia de amor ausente, de el fin justifica los medios, así uno de los medios implique terminar siendo objetificada con tal de salir de la clase baja, es una perspectiva diferente a la historia de la princesa en busca del príncipe. Aquí la princesa no es rica, utiliza su belleza a favor en vez de subyugarse y el príncipe debe ser más bien verde, por aquello de que es el color del dinero.

La más faulera de Mónica Lavin


Lectura adolescente. La protagonista está en ese momento del crecimiento en que uno es torpe y si se dedica al deporte, es más notorio e incómodo.
Me identifico tanto en esta situación de querer hacer las cosas perfectas frente al padre y que al final, todo salga mal.
No puedo decir mucho, puesto que me pareció una lectura directa y de tema bastante simple, aunque no por eso es menos o mala.

Un amor para recordar de Nicholas Sparks

No sabía que era libro. Vi la película, no completa, pero sí identifiqué de qué historia se trataba; de mis películas románticas favoritas. No acaba como uno espera pero es maravillosa.
Creo que si las historias de amor fueran más realistas, como lo es ésta, las expectativas que tiene la gente (sobretodo las mujeres) serían más aterrizadas y no tratando de simular la ficción. Aunque un poquito de fantasía no le hace mal a nadie.


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